Tejiendo redes

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Los municipios de la sierra noroeste de Madrid guardan en su seno mucho conocimiento y experiencia. Esas experiencias configuran una identidad dentro del conjunto de identidades de Madrid, España, Europa y el mundo, conformando un planeta cuya belleza es la diversidad.

Los habitantes de la sierra tienen un matiz interesante ya que somos en nuestra gran mayoría extranjeros, foráneos, habitantes siempre de paso, ya que nuestra realidad está encadenada a los ritmos de la gran capital, convirtiendo estos pueblos en ciudades-dormitorio. 

La pandemia y el aislamiento del año 2020 nos aportó mucha información que nos puede animar a cambiar el ritmo desenfrenado al que nos hemos sometido. “No queremos volver a la normalidad ya que la normalidad es el problema”. Esta frase circulaba durante esos meses de incertidumbre en el que vivimos encerrados y asilados. Desde Alimentando la sierra queremos al menos desarrollar un nuevo camino. Proyectar la experiencia al futuro.

La experiencia de tres años previos a la pandemia en Torrelodones, tres años siguientes de planificar sueños en las tardes de los sábados, para llegar a un nuevo comienzo con Alimentando la sierra: desde el mes de septiembre hemos empezado a conocer más a fondo nuestro entorno próximo con el fin de elegir el primer espacio / laboratorio de aprendizaje colectivo alrededor de un taller de Agricultura Regenerativa.

Primero fue Valdemorillo donde algunos inconvenientes burocráticos nos retrasan en el tiempo. Este lugar precisa algo más de preparación en el terreno tan especial que nos espera. 

Visitamos una iniciativa hermana en San Lorenzo de Escorial. David, un ingeniero agrónomo, enamorado de la naturaleza, creó hace más de once años este rincón mágico entre los terrenos rústicos de este valle de la sierra. Nos recibe en el “Jardín de Gaía”, un espacio mágico donde convive el conocimiento científico de que es urgente un cambio de hábitos humanos para la salud del planeta con el vivenciar esos conocimientos con todo aquel que quiera acercarse y alimentarse en este rincón. David apoya a todos los que quieren cultivar su tierra con las manos y el conocimiento adquirido de años dedicados al estudio. También se comparten talleres de formación de muy diversas escuelas de agricultura: permacultura, regenerativa, sintrópica, etc.

Y por fin descubrimos La Floresta en Quijorna. Una gran huerta creada por José Francisco hace más de veinticinco años. La imagen al llegar es tan impresionante como su forma de funcionar: un supermercado en el campo de cultivo. Allí llega gente a todas horas, recoge su cesta de la copra y sale a cosechar lo que haya en la huerta. Al terminar un encantador ayudante pesa la compra y cobra su precio, precio muy justo tanto para el comprador como para el agricultor. Sin intermediarios. El equipo de trabajo no pudimos resistirnos a probar la experiencia de esta fórmula tan original y dar fe de la calidad excepcional de los productos cosechados.

Cuánto amor aun queda por descubrir.

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